Siempre he trabajado cara al público y en servicios que aporten algo más que un beneficio económico. Si no me gusta un trabajo, lo dejo.
Para mi es vital pasarlo bien. Conozco la vida y conozco la muerte. Sé lo hermosa y frágil que puede llegar a ser y la importancia de disfrutarla al máximo. De cada pequeño detalle, de cada momento presente.
Por eso y por mil motivos más hace un tiempo que decidí ser libre, ser autónoma, dedicarme a lo que me gusta y seguir mis propias reglas. Me dije a mi misma que por lo menos lo intentaría. Era ahora o nunca, y si no funcionaba, me enriquecería como persona y siempre estaría a tiempo de volver a una vida más “convencional”. No fue fácil, no es algo que suela materializarse de la noche a la mañana. Pero estoy en ello.
Hace casi un año que decidí ser escort, me gustó, y a parte me ayudó a conseguir tiempo y dinero para mis proyectos personales.
La idea de ser acompañante me atraía bastante, mucho antes de tener la “necesidad económica”. Había visto películas, me encantaba el sexo y tenía curiosidad. Luego el hecho de lanzarse era lo complicado, así que, gracias a una temporada de bajos ingresos, pude sacar el valor para saciar esa curiosidad. Y salió genial 🙂
Próximamente, en la segunda parte:
“Soy adicta al escorting esporádico, me gusta.”
Un besazo,
Lana