La ves llegar, lleva una falda por debajo de las rodillas, tacones, y medias. No puedes ver sus pies, pero solo con la delicadeza de sus tobillos empiezas a imaginar lo que esconde bajo sus zapatos.
Se sienta en la silla, y entonces se descubren sus rodillas. La media se tensa y puedes percibir el color de su piel, blanca, de no ver el sol en meses.
Empieza a hablar, y mientras la escuchas te fijas en los golpecitos que da con la punta del zapato en la pata de la mesa. Está impaciente. Levanta la punta del pie y el talón de su zapato se separa, para dejar a la vista esa parte del pie que tanto te excita. Y sus medias, con ese detalle en el que solo se fija un experto, cómo tú.
Deseas tanto acercarte a sus pies…

Querido fetichista, sabes que te estoy esperando.
Salut i somriures
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